
Émile Durkheim, emblemático sociólogo francés, luego de siglos de maestros que rondaban la idea, aterrizó una teoría terrible, pero muy verdadera. Las sociedades funcionaban, según sus palabras, como seres vivientes, reaccionando ante ciertos estímulos.
Cuando los estímulos eran negativos, el grupo los aprendía y asimilaba, terminando por volver normal una costumbre viciosa.
Durkheim fue un paso más allá. Los pacientes en cuestión cambiaban poco a poco sus estándares morales, hasta transferirlos al resto de sus actividades. Esta conducta fue llamada por él como anomia.
En palabras mundanas, si una sociedad no respeta a sus autoridades, sentirá que es justo saltarse un semáforo en rojo, dar mordida, evadir impuestos, sin sentir culpabilidad alguna. Una sociedad anómica juzgará y apartará, además, a quienes no sean como ellos.
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Por R. M. CORTÉS RÍOS
Sep 19, 2012